Se presenta el caso de un paciente seguido durante varios años por glaucoma crónico de ángulo abierto. Ante la existencia de ciertos datos clínicos que no concuerdan con este diagnóstico, es derivado a la Unidad de Neuroftalmología para nuevo estudio.

Tras un análisis de las exploraciones previas y la realización de nuevas pruebas, se determina que el diagnóstico es erróneo. El paciente refiere que su madre también padece glaucoma, razón por la cual él empezó su seguimiento por Oftalmología, y se extraña ante lo que él consideraba un diagnóstico firme.

A raíz de ello, la madre del paciente es valorada en esta consulta y se le practican las mismas pruebas que a su hijo, para llegar a concluir que ambos padecen la misma enfermedad, pero diferente del glaucoma.

La conclusión que extraemos es la de la conveniencia de analizar siempre los datos clínicos de un paciente, y si se demuestran incompatibles con las conclusiones extraídas previamente por otros compañeros o por nosotros mismos deberá emprenderse un nuevo camino hasta dar con el diagnóstico correcto.