ARTÍCULO ORIGINAL
Boletín de la Soc. Oftalmo. de Madrid - N.º 45 (2005)

El método andalusí de termo-masaje palpebral en la blefaritis constitucional

Prof. Murube J1

1  Profesor en Medicina.

La blefaritis crónica constitucional parece ser un proceso natural en la evolución de la vida de todas las personas. El término, un tanto impreciso, indica que aún no está bien definida la naturaleza del desarrollo de esta modalidad de blefaritis y de sus posibles factores etarios, apoptóticos, hormonales, neurológicos u otros.

En el desarrollo de esta blefaritis las glándulas lípidas del borde palpebral comienzan paulatinamente a producir una secreción que no cumple perfectamente su misión fisiológica, la principal de ellas, cubrir con una capa lípida la película lacrimal precorneal. Entre las manifestaciones objetivas más conspicuas de esta blefaritis crónica están la hiperemia y neovascularización del bode palpebral (cuyos vasos más notorios se dirigen de delante a atrás bifurcándose en Y griega), la debilitación de las pestañas (que lentamente se van haciendo débiles, irregulares y escasas), y la irregularidad del borde posterior del reborde palpebral cubierta por el menisco lacrimal (que deja de ser una línea uniformemente plana y se hace una línea ondulada, en parte por la protrusión de las glándulas de Meibomio inflamadas, y en mayor parte por la retracción de otras glándulas que han pasado por ese proceso inflamatorio y se han retraídos). Se añade una retención de grasa meibomiana, que se manifiesta en tapones grasos de la desembocadura de las glándulas, y en visualización por transparencia transtarsal del aumento del contenido blanco de las gándulas de Meibomio cuando se evierte el párpado, contenido que si duda incluye componentes de días y semanas atrás. El análisis bioquímico del meibum, la alteración de la estructura interferencial de la capa lípida de la película lacrimal, y el aumento de la evaporación de esta película lacrimal precisan mejor las características y consecuencias de esta blefaritis.

La higiene de esta blefaritis crónica constitucional, en tanto no se encuentren métodos más eficaces que incidan en su mecanismo etiopatogénico de producción, está desde recientemente en la limpieza diaria del borde palpebral, por arrastre con torundas o colicuación con papeles absorbentes empapados en disolventes y, últimamente, en el vaciamiento de las glándulas lípidas del borde palpebral mediante masaje. Como el calentamiento del contenido de estas glándulas facilita este vaciamiento hace ocho años surgió el termomasaje (1).

La forma que primero desarrollamos fue empapar una gasa en agua caliente y aplicarla sobre los párpados con los ojos cerrados. El calor se transmite inmediatamente a la grasa de las glándulas palpebrales, haciendola más fluida. Al mismo tiempo se presiona con los dedos sobre los párpados, preferentemente de arriba abajo en el párpado superior y de abajo arriba en el párpado inferior. La grasa parcialmente licuificada se expulsa al exterior por los orificios glandulares. Con ello se pretende que la grasa almacenada de tiempos atrás se elimine, y la glándula vuelva a rellenarse con grasa reciente del día. Temperaturas de 42-45º consiguen ya una fácil eliminación de meibum.

La observación de que tras varios meses de hacer esta técnica -que en su día denominamos termomasaje palpebral, y que por su explicitud mantenemos- las características interferenciales de la capa lípida de la película lacrimal mejoraban y que la evaporación de la capa acuosa disminuía, nos hizo persistir en el tratamiento y en mejorar su método.

Entre las limitaciones del método inicial de termomasaje con gasas empapadas en agua caliente había dos evidentes: La primera, que el agua que era la principal portadora del calor, se perdía al comprimir las gasas contra los párpados y por tanto la acción calórica de la compresa disminuía o se anulaba. La segunda, que el efecto de compresión se reducía por la blandura de la gasa y del pulpejo de los dedos que aplicaban la compresión.

Por ello comenzamos a practicar un nuevo método de aplicación del termomasaje, consistente en llenar una frasquito de cristal o plástico con agua corriente sin dejar burbujas de aire en su interior. Tras cerrarlo herméticamente, se calienta el frasquito al baño María o al agua caliente del grifo. El frasquito se coge por su tapón, y colocándolo horizontalmente se aplica su pared cilíndrica contra los párpados cerrados del paciente, y se presiona con él la superficie pretarsal del párpado haciendo simultáneamente con él un movimiento oscilatorio vertical, horizontal, y rotatorio. Este movimiento compresivo se repite durante 5 ó 10 segundos.

Fig. 1. Persona haciéndose un termomasaje meibomiano con el método andalusí.

Las dos ventajas principales de este método son que el calor del agua, y por tanto de las paredes del frasco, se pierde muy lentamente, y consecuentemente se transmite al interior del contenido graso de las glándulas palpebrales más eficazmente. La segunda, que la presión se hace más efectivamente por la dureza de las paredes del frasco. Como pequeño inconveniente está que la convexidad de los párpados obliga a hacer los 5 ó 10 masajes 3 veces en cada párpado, una vez en su tercio lateral, otra en el central y otra en el nasal, colocando cada vez el eje del frasco paralelo a la porción de párpado que masajea.

Al hacer los movimientos de compresión, la piel palpebral suele desplazarse con el frasco, pero ello es más una ventaja que un inconveniente, pues el frasco puede moverse fácilmente en todas direcciones masajeando y comprimiendo las glándulas lípidas con eficacia.

Tras varios años de experiencia en numerosos pacientes, presentamos este método en el XVIII congreso de la Sociedad Saudí de Oftalmología (El Riyadh, marzo 2005) (2). En la discusión de la presentación, una doctora saudí que participó en ella lo denominó el métodos andalusí, por su procedencia de España, y es como desde entonces también nosotros lo denominamos.

El termomasaje palpebral es un nuevo paso en el tratamiento de las blefaritis cuyo futuro ofrece las incógnitas de toda evolución. No sabemos si la limpieza posterior del borde palpebral de la grasa expulsada tras el termomasaje, según aconsejan diversos productos comerciales, es una adición importante, ni si la limpieza de esta grasa es necesaria en las primeras semanas, cuando se está expulsando una grasa vieja y degenerada, pero no cuando el termomasaje se hace habitualmente, y la grasa expulsada es la producisa el mismo día o y los anteriores inmediatos, y por tanto mantiene su frescura, y aumenta eficazmente la capa lípida de la película lacrimal.

Tampoco está claro si la mejor hora de hacer el termomasaje palpebral es al acostarse, al levantarse o en otro momento. Probablemente hay una diferencia en su acción, pues la producción de los distintos componentes lacrimales tiene variaciones circadianas, y la necesidad de ellos también.

Al término de la epoca hipocrática de la xero-dacriología (Hipócrates-1882) y de la época sjögrénica (1882-2000), se inicia la época del siglo XXI, en la que todas estas cuestiones quedarán aclaradas. Posiblemente el termomasaje palpebral, con ésta u otras variantes, se establezca como un acto habitual de la higiene diaria de todas las personas, como paulatinamente ya se estableció el peinado, la ducha o el cepillado dental

Bibliografía

  1. Murube J. Ojo Seco - Dry Eye. Madrid. Sociedad Española de Oftalmología. 2006.
  2. Murube J. Easy treatments and surgeries for dry eye. XVIII Congreso de la Sociedad Saudí de Oftalmología. 6 marzo 2005. El Riyadh (Arabia Saudí).